Después de la selección en viñedo, de la selección en bodega y del pisado solo quedaba una forma de realizar el descubado y el prensado. El primero lo hemos realizado a mano, sin bombas, poco a poco con cientos de movimientos repetitivos: llena un recipiente con unos litros, levántalo y descárgalo en el depósito y así una y otra vez, horas y horas. Una vez terminado el descubado tocaba el prensado y lógicamente siguiendo con nuestra filosofía solo existe una opción: a mano. Os dejamos una foto de la prensa, el esfuerzo realizado fue directamente proporcional a la satisfacción y, confesamos que nos lo hemos pasado muy bien. Y después del prensado y del esfuerzo, nada como ir al origen de todo y desde la azotea conseguir que se te pongan los pelos de punta. Podremos hacerlo un millón de veces pero siempre nos pasa lo mismo, sigue siendo como la primera vez que vimos a estas vides esforzándose por no caerse, sencillamente indescriptible.